Desde la introducción del término feminicidio/femicidio en la región y su posterior penalización, la mayoría de los estados se han encargado de pensar hegemónica y patriarcalmente cómo deberían ser estructurados los datos sobre el asesinato de mujeres. Dentro de esa lógica el monitoreo y exhibición de los datos nunca han sido neutrales ni mucho menos objetivos porque existe una intencionalidad política sobre qué contar y qué no. Por ello, y tal como vimos en el curso Datos contra el feminicidio, en la actualidad se observa que muchas de las estadísticas oficiales no tienen datos desagregados e interseccionales sobre género, orientación sexual y otras categorías que puedan ofrecer una visión más amplia sobre la problemática de los feminicidios de América Latina.
En la página del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género del Gobierno Chileno se publica información desagregada de cada feminicidio consumado detallando el nombre de la víctima, fecha, comuna , región y circunstancias donde ocurrió el feminicidio junto con el, nombre del victimario en un documento word. Sin embargo, no tienen incluidos aspectos interseccionales, es decir estructuras de opresión que son múltiples y simultáneas para las personas por su condición de raza, género, clase social, orientación sexual,etc.
Por otro lado, los registros gubernamentales de Colombia sobre feminicidios no cuentan con datos desagregados por pertenencia étnico racial, edad, ni sujeto feminicida. Además, esos registros administrativos dejan de lado el análisis contextual en el cual suceden las violencias. Aunque algunas agencias realizan boletines, informes y encuestas, éstas no permiten medir a ciencia cierta prevalencias, tasas y frecuencias. Por ejemplo, la presencia de violencia asociada en los feminicidios (violencia sexual, tortura, etc.), la coacción o la amenaza en la violencia sexual incestuosa, entre otras”.
Ante esta recurrente realidad se abrió camino el Curso Datos Contra Feminicidio organizado por ILDA, entre otras organizaciones para que activistas, académicas y mujeres que buscan cambiar la realidad de los datos sobre feminicidio/femicidio en su país puedan producirlos desde una perspectiva feminista. Pero, ¿Qué significa pensar en los datos como agentes de cambio? Fue la primera pregunta del Módulo I que introdujeron varios conceptos relacionados al análisis, producción, recolección y cuidado de los datos de feminicidios en clave feminista.
Desde el activismo de datos, el feminismo de datos ha introducido la noción de los datos faltantes(missing data) y contra datos como herramientas capaces de llenar ese vacío de datos que el estado los ignora. Muchos de estos datos faltantes o contra-datos han surgido en América Latina de la mano de mujeres como Carolina Clavero(2012), Mariana Labastie(2007) en Uruguay y Zoraida Gallegos(2017) en México. Estas iniciativas constituyen una labor técnica pero también afectiva de cuidar y producir datos que permitan visibilizar otras formas de violencia para así ampliar las políticas públicas que mejoren la vida de las mujeres en situación de violencia.
El Observatorio Lupa Lila, un espacio que genera datos faltantes en Paraguay
Los datos faltantes también son una forma de activismo de datos que resisten y desafian a los clásicos patrones estadísticos de la violencia contra las mujeres. Dentro de esa producción de datos se encuentra el Observatorio Lupa Lila de Paraguay, uno de los primeros y únicos del país, dedicado a generar datos faltantes sobre la violencia simbólica en los medios de comunicación, desde un enfoque feminista y multidisciplinar. Esta iniciativa tiene sus inicios en el 2019 cuando un trabajo académico universitario evidenciaba cómo los dos medios de comunicación digitales más leídos del país reproducían estereotipos de género en el discurso periodístico sobre el asesinato de mujeres. Desde entonces, una de las autoras de la investigación, Asunción Collante decide continuar y ampliar el monitoreo hacia otros medios. Este trabajo de análisis se basa en rastrear cuáles han sido los modelos discursivos que han hegemonizado todo el relato periodístico de las noticias sobre feminicidios de todos los medios digitales que forman parte de un holding en Paraguay.
El monitoreo y análisis se encarga de registrar cuatro tópicos en la construcción de las noticias sobre feminicidios de manera anual. En primer lugar, la forma en la que están siendo nombradas las mujeres asesinadas. Interesa por sobre todo rastrear si los apelativos utilizados redundan en los roles históricamente impuestos a las mujeres. En segundo lugar, la noción de violencia simbólica es fundamental para comprender las causas de los feminicidios porque se fundamenta en la subordinación de género, así como en el orden y poder simbólico (un poder ‘invisible’, que no es reconocido como tal, sino como algo legítimo) patriarcal que determina lo aceptable socialmente para el comportamiento de la mujer. En este tópico se aborda si existen construcciones que implícitamente justifican o refuerzan al crimen como del ámbito privado o culpabilizan a la mujer de su propio feminicidio escudriñando su vida socioafectiva.
En tercer lugar, la existencia del morbo y el espectáculo. Construir el relato desde la espectacularización cambia el tono y la forma en la que los lectores pueden ver el hecho. Por lo cuál interesa saber cuáles son las fuentes utilizadas para relatar los detalles del cómo y con qué arma fue asesinada la mujer. Ya por último si la noticia está siendo acompañada por alguna información que pudiera contextualizar la problemática del Feminicidio, estos pueden ser estadísticas sobre los feminicidios, lugares donde realizar la denuncia, entre otros.
Todas estas formas de violencia silenciosa son comúnmente reproducidas en los medios que según la legislación paraguaya se hace mediante el empleo y la difusión de mensajes, símbolos, íconos, y signos que transmiten, reproducen y consolidan relaciones de dominación, exclusión, desigualdad y discriminación, naturalizando la subordinación de las mujeres. (Ley por Ellas.2016).
El trabajo de monitoreo y visibilización que viene realizando el Observatorio resulta crucial para conocer otras formas de violencia contra la mujer y por ello se ha sumado al Curso Datos sobre Feminicidios, un espacio de formación que le ha permitido conocer que su labor tiene nombre y que otras compañeras en otros lugares de la región hacen lo mismo ante la limitación de datos gubernamentales. Asimismo, ha podido conocer herramientas y otras categorías interseccionales para incluir a su registro de feminicidios y monitorear los casos de:
● Asesinato de mujeres y niñas como resultado de violencia doméstica, ejercida por la pareja en el marco de una relación de intimidad o de convivencia;
● Las muertes de mujeres relacionadas con la identidad de género y con la orientación sexual (femicidios lesbofóbicos); y
● Las muertes de mujeres y niñas relacionadas con el origen étnico y la identidad indígena.
Todos estos dentro de las modalidades de feminicidio íntimo/no íntimo e infantil que aún no se encuentran desagregados en los registros gubernamentales del Ministerio de la Mujer de Paraguay.
Se espera que con esta nueva desagregación de datos el Observatorio pueda conocer mejor el contexto por el cuál ocurren los feminicidios y comprender cómo los ciudadanos perciben a las víctimas de violencia de género a través de los ojos de la prensa.#
Asunción Collante Jara (Paraguay, 1992) Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional de Asunción. Es comunicadora, docente e investigadora feminista. Posee una vasta experiencia en el Análisis Crítico del Discurso (ACD) con enfoque en comunicación y violencia de género. Fundadora del Observatorio Lupa Lila, el primer espacio que analiza la construcción de noticias sobre feminicidios en Paraguay desde el año 2019.